Los documentos[1] de acuerdo al contenido que en ellos existe, están determinados por la forma como el contenido se ha consignado en éste, es decir, pueden ser documentos que contengan texto de tipo digital, animados a través de video o audio.
De este modo, los documentos entran a ser afectados por una serie de determinantes como: estructura, reglas gramaticales, significado de las palabras, forma de presentación del documento (interfaz), etc. Es así como los documentos precisan de un orden, por lo que son denominados:
Estructurados: a modo de ejemplo, estos documentos son aquellos que hacen parte de las bases de datos en los que es preciso definir la información que deben representar de manera previa a su almacenamiento. Esta forma de estructuración no aplica para todos los documentos puesto que dicho documento se expone a que se dejen de lado datos que pueden llegar a ser relevantes.
Semiestructurados: son documentos a los que es posible agregar nuevos datos o marcas con el fin de hacer evidente las partes que lo componen; dichas marcas deben ser evidentemente diferentes al contenido del texto. Esta forma permite que los documentos sean flexibles y se les pueda modificar de ser pertinente.
No estructurados: en este caso los datos se identifican como uno solo a través de la interfaz, no posee partes que lo dividan de alguna forma.
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